La naturaleza dice con elocuencia eso que los humanos apenas balbucean. No siempre es agradable lo que nos cuenta, pero siempre es deslumbrante. Un poeta dedicó su vida a crear el lenguaje en el que los bosques pueden hablarnos. En las montañas de Vermont, al lado del pueblo de Ripton, muy cerca de la Universidad de Middlebury, en una modesta cabaña vivió y trabajó durante 23 veranos el poeta Robert Frost. Un sendero en el bosque con algunos de su poemas nos permite gozar y entender el alcance de su obra. Leer con todos los sentidos el destino humano en el lenguaje de los árboles.
Por Alberto Ruy-Sánchez